martes, 29 de enero de 2008

Nein

- No quiero, no quiero, no, no, no y mil veces NO.
- Tú sabrás.
- Es que no es justo.
- No, no lo es, nadie ha dicho que lo sea. Pero tienes que mirar por ti.
- Sí, y yo le quiero, pero él ya no me quiere, ya no viene a verme, ya no me habla, está siempre con ella. Así no puedo ser feliz.
- Deberías ponerle punto y final, él no va a cambiar, y lo sabes.
- ¿Crees que no lo se, que no me doy cuenta de nada? Por el me paso la noche llorando y bebiendo.
- Ya, te he visto.

Se arqueó para rascarse la cicatriz que tenía ya 5 años, y secó las lágrimas de su amiga, que sollozaba con rabia e impotencia los dolores de un mal amor que ya duraba demasiado tiempo. Ella tenía un vaso en la mano lleno con alguna clase de bebida alcoholica y mora. Le encantaba la mora, por eso siempre sabía donde encontrarla si no estaba en su casa.

- Lo que necesito es un motivo. Todo ha cambiado de la noche a la mañana.
- Sí, claro, ¿me estás diciendo que no has visto todos los cambios de humor del idiota este?
- NO HABLES ASÍ DE ÉL.... lo siento.

El pelirrojo miró conmovido a la joven. Ella era fuerte, pero se había hartado de serlo algunos días atrás. Se había hartado de sonreír forzadamente.

- Dawn, wo bist duuu?
- Ich bin da mit Max.
- Wo?
- Hier, hörst du mich nicht?
- Ja, Ich höre dich jetz. Ah, Ich kann sehen du jezt!

La figura del muchacho en el horizonte se hacia más cercana. Máx se fue, dejando a Dawn con Alex, totalmente a solas.

domingo, 27 de enero de 2008

Tú, ella y yo.

Tú tienes los ojos azules grisáceos. El cabello rubio oscuro. Los labios rojos, y rodeados de esa barba entre rubia y pelirroja que tanta rabia me da. Te gusta pasear en la barca por ese río, correr al puerto antes de que se ponga el Sol, sentarte bajo el árbol a regalarme fresas, cerezas y sobre todo moras, sabes que me encantan mejor que nadie. Te cuesta llorar, pero lo haces en cada despedida, antes de que me esfume en el aire. Juegas a ser un niño que juega a ser mayor. Odias las manzanas, la neblina y la hierba cortada. Cumples tus promesas, aunque sea de aquella manera tuya y especial.

Ella tiene los ojos azules grisáceos como tú, el cabello rubio oscuro y los labios rojos, aunque casi siempre los lleva pintados. Le gusta beber lo que sea con zumo de arándanos, tirarme al río cuando estoy contigo, perder mis cosas, perder las suyas, mirarte de reojo, saltar al vacío, aunque siempre con una cuerda. Tiembla cuando oscurece, vive pendiente de su cicatriz, y grita si pierdes el hilo de la conversación. Odia no tenerte cerca, intuyo que porque sin ti se siente fuera de lugar, fuera hasta de sí misma. Es soñadora, pero cumple sus sueños.

Yo tengo los ojos verdes amarronados, el pelo rubio dorado, los labios...dependiendo del momento. Me gusta correr de tu mano, dormirme en el suelo, ir en barca a todas partes, subirme a los árboles, esconderme detrás de las escaleras, detrás de la niebla, detrás de los edificios y de las columnas, esconderme de todos, para verles divertida desde la seguridad de mi escondrijo cómo me buscan. Lloro con facilidad, y casi siempre te digo que te echo de menos. Odio y a la vez siento cariño por ella. Atrapo mariposas y no me gusta que me dejen sola. Siento miedo de perderte y de que ella se interponga. Me aterroriza despertar.

IT

Todo el mundo tiene un "eso" que le da miedo. Esa cosa, ese ser con capacidad para convertirse en aquello que más terror nos provoca. Ese algo que hace que nos desvelemos, que mantengamos una luz encendida en la mesita de noche, que pongamos la música alta en el reproductor para no escuchar los sonidos que provengan del exterior de la cama.

Ya lo decía Stephen King en su libro "IT", eso, eso tenía que ser, no puede tener otro nombre, no al menos cuando se habla de ello en general. Por que eso cobra forma, nombre y voz solo en la imaginación de cada persona. Se esconde en los armarios de los niños, en el teléfono de los mayores, en el banco, en un email, en un coche, en una cueva o incluso en la ropa. Se cuela por todas las rendijas de tu ser, sin dejarte respirar, acelerando tu pulso, haciéndote sudar, convirtiendo tus intestinos en conductos llenos de frío plomo. No puedes apartarlo de tu mente, y cuanto más lo intentas, más fuerte se vuelve.

Mi mayor miedo tiene nombre. Además tiene nombre de mujer. Se esconde en mis mejores sueños, en mis mayores esperanzas, en todas aquellas cosas que deseo, que quiero cumplir. Se esconde en el aire, interponiéndose entre tú y yo, impidiendo que pueda mirar con claridad tus ojos azules grisáceos. Se esconde en ti, en cada milímetro de tu piel, ella está ahí, ella es parte de ti, tu otra mitad. Si te miro la veo a ella, si te escucho, en tu voz se escucha la suya, si te beso sabes a ella, si te huelo, una nota de olor en tu piel le pertenece.

Lo peor es que este miedo es tan mío ya que no se vivir sin él, no se amar sin él. La echo de menos tanto como a ti, si no la veo, lloro, la dibujo una y mil veces intentando llenar su ausencia con los trazos de mi lápiz. La dibujo con alas, porque una parte de mí quiere que vuele lejos. La dibujo anclada a la tierra, porque otra parte de mi ser sueña con verla cada noche, alejándome de ti, pero también acercándome, porque cuanto más lejos nos ponen más cerca estamos al reencontrarnos, y tú eso, mi estrella, lo sabes.

Es por ello que siempre ando enfrentándome a todo aquello que encoge mi corazón. Porque su promesa de alejarnos es una promesa de tenerte aun más cerca.

jueves, 24 de enero de 2008

Lo quiero, lo deseo.

Siempre serás especial para mí.

"Bajo el árbol que crece al lado del río se abrazan. Sentados, él apoya su cara en la espalda estirada de ella, y la abraza, apretando sus brazos con dulzura alrededor de su cintura. Ella mira al horizonte, escudriña la niebla en busca de algo que ni ella sabe lo que es. Solo una suave brisa rompe el silencio moviendo las hojas del árbol que se alza orgulloso sobre ellos.
- Quiero esconder mi rostro en tu cuello. Escuchar el río a nuestra vera. No tener que volver a esperar. Olvidarme del color de mi ropa. Besarte entre la bruma de la madrugada. Correr de tu mano por las calles de esta triste y vacía ciudad.
- Tú lo que quieres es no despertar.
- Lo que quiero es que te quedes conmigo. Me da igual donde, me da igual como. Ya te encontré una vez, pequeña princesa.
- No me llames pequeña. Me haces sentir una niña.
- Lo eres.

Ella gira la cabeza. Él sube una mano hacia el rostro amado, y dulcemente acaricia sus labios con los dedos.

- ¿Crees que algún día será posible esto?
- Te encontré, no creo que sea difícil volver a hacerlo.
- Pero va totalmente en contra de las normas, y tu hermana...
- ¿Qué? ?Qué iba a poder hacer ella?
- No se. No quiero que sufras por esto.
- Yo por ti haría lo que fuera. Pequeñaja mía..
- No me llames pequeñaja.

Hizo un mohín. Entonces él se levantó, y la arrastró vestida y todo con él a las tranquilas aguas. "

martes, 22 de enero de 2008

La playa


Mi pequeño rincón en el mundo. Ese rincón al que aun no te he llevado. Ese pequeño espacio a caballo entre la civilización y la naturaleza, donde voy cuando la cabeza me da vueltas y el corazón pesa demasiado como para dormir.
Me gusta observar los cambios de luz desde las rocas. Los colores. La ciudad, tan viva, tan bulliciosa, tan lejana, tan cercana, como tú. Pensar en todo mientras me arrebujo en mi abrigo para evitar el frío de la brisa marina. Agacharme a recoger conchas que añadir a mi colección ya rebosante de tesoros que se escondían entre la arena.
La verdad es que la playa, la arena, las rocas, las plantas, son todo una fuente de inspiración para mi atribulada mente. Dan pie a que reflexione (que parece que es lo único que hago últimamente).

miércoles, 9 de enero de 2008

Insomne

A las 3.30 a.m. comienzo mi ya habitual travesía a la cocina. Otro acceso de tos, mientras que caliento el vaso de leche. Tres cucharadas de azúcar moreno, una de nesquick, dos minutos en el microondas. Es un buen relajante para las noches que no consigo dormir, ya no se si por el desfase horario, por ti o por la tos.
El caso es que me quedo en mi cama, pensando, dándole vueltas a todo, a tus problemas, a mi impotencia para solucionarlos, a mis propios problemas, al dolor de garganta que esta tos seca e inútil lleva provocándome de hace días. Supongo que es normal. Es eso de estar en el maldito punto medio, ni una niña ni una mujer. Parece que aun no estoy preparada para el mundo de los mayores, pero se que el de los niños ya no es para mí. Y de alguna forma me niego a aceptarlo, a renunciar a ello.
Lo que pasa es que no dormir no va a solucionar nada. Y ya empiezo a hacerme adicta a los paseos nocturnos hasta la cocina y los vasos de leche.

martes, 1 de enero de 2008

Como la lluvia.

Renacer. Respirar. Despertar ante la bruma de la mañana. Recordar el olor del chocolate caliente. Volver a desear. Volver a tener sueños. Empezar de nuevo, dejar atrás todos los malos momentos. Redescubrir que un adiós nunca es para siempre. Reinventar cada momento. Despertar a la realidad de una nueva oportunidad. Sentir los ardientes dedos del amor oprimir el corazón. Sumergir las heridas en agua con sal. Mirar con orgullo las cicatrices, que recuerdan siempre que todo cura, que se puede sobrevivir a pesar de todo. Ver su cara en una fotografía. Oir su voz de madrugada. Sentir la esperanza crecer bajo tus pies, como la hierba en primavera. Notar como una especie de lluvia por dentro que arrastra todo, dejando un espacio limpio donde brotar de nuevo.