jueves, 14 de febrero de 2008

Pasos

Uno más. Siempre es uno más. Es la promesa de no parar, de no rendirte. Tú eres fuerte, tú puedes. Quien a tu lado va te estira, te da fuerzas, te colma de ánimos, pero en el fondo sabes que no le necesitas.

Al principio todo es un pulso a tus fuerzas, a tu resistencia. Mantener el ritmo, la respiración, no desfallecer, correr literalmente al límite de tu capacidad. Agotar cada músculo hasta que no tenga fuerzas ni para quejarse. Entonces llegas a ese punto. Ese punto en el que estás tan cansado que te gustaría parar. Si paras, todo ha acabado ahí. Pero si sigues...si sigues tu cuerpo deja de importar. Los músculos, la respiración, tu corazón, todo se mueve automáticamente a la orden de tu mente de continuar, de dar un paso más. Tu mente, y no tu cuerpo, es la que sigue, es la que mantiene el pulso esta vez, y la que gana.

Cuando te quieres dar cuenta, has recorrido el doble de lo que esperabas y ya tienes que volver. Una descarga de endorfinas recorre tu cuerpo, uniéndose a la sensación de haber sido fuerte, de haber tenido la voluntad, de no haberte dejado vencer. Una gran sonrisa se había formado en mi cara cuando fui a buscarte.

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