martes, 20 de mayo de 2008

Cuando no puedes olvidar

Y una enorme cicatriz te lo impide cada vez que lo intentas.
Cuando no cierran las heridas, aunque ya haga años que dejaron de sangrar.
Cuando ha dejado de llover, pero por tu piel siguen resbalando gotas.
Cuando solo el eco de una melodía de piano te permite cerrar los ojos, ya hinchados después de tantas noches sin dormir.
Cuando ya ni correr saltando en los charcos te hace reír, y tu único deseo es gritar hasta perder la voz.
Cuando los demonios de tus sueños se te antojan más reales que la vida misma, y el gato te sonríe, burlándose de ti...
La pluma contra el papel rasgando el silencio que tan lentamente se ha creado a tu alrededor, el leve crujido de las hojas rozando entre sí, el chirriante sonido de un carboncillo mal afilado que intenta dar luz a una mirada oscureciéndola (paradójicamente), suele ser una cura. El alivio a un dolor de cabeza que no tiene un origen físico, más allá del cansancio provocado por las largas noches de insomnio.

No hay comentarios: