jueves, 26 de febrero de 2015

Segundos

Tres milisegundos. Es lo que tardó mi cerebro en registrar sus ojos grises. Su piel pálida y cabello de Targaryen. Sus labios hechos para ser mordidos. Tres milisegundos en los que atendí al funeral de todo raciocinio.

De una mano la infancia que no puedo dejar atrás, de la otra el sentido de la compostura, y si pudiera me habría cortado sendas manos solo por el milagro de acariciar esos labios con los míos. Ella me miró, con esa sonrisa tímida que me llenó el estómago de mariposas.

Creí conocerla de siempre, aunque no recuerde una cara como la suya. Y durante unos segundos, aunque nuestros cuerpos jamás llegaron a tocarse, aunque se interpusieron entre nosotras hasta obligarnos a perdernos de vista, durante unos gloriosos segundos en los que nuestras miradas se cruzaron, su alma le hizo el amor a la mía.

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