miércoles, 20 de agosto de 2008

El dragón y las gafas de Prada.

Hace como dos días sucedió que me encontré unas gafas de Prada en un probador en Springfield, mientras buscábamos un cinturón para Babsi.
Quizá sea el único evento amable en varios días, semanas o incluso meses, pero bueno, algo es algo. Además, paseando por el pueblo hace dos noches un bichito de estos que se pasean por las paredes, parecidos a las lagartijas, se subió a mi mano.

Dicen que los dragones implican cambios. Un pequeño dragón se pasea por mi mano y parece que por una vez tengo suerte, ambas cosas en el mismo día. Quizá signifique que mi suerte ha comenzado a cambiar.

Ya, ya, que siempre que se sube, se tiene que bajar, pero por una vez me apetece subir alto, aunque sea para pegarme el tortazo del siglo, así que voy a dejar por un rato que mis esperanzas suban como la espuma y desborden el vaso de Murphy.

P.S. Empiezo a desesperarme, quiero que venga mi NAN ya, que una sin su gemela no es nada. F***ing Canada. Don't worry, Nan, Mim's waiting 4 ya.

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