miércoles, 21 de marzo de 2007

Cartas.

Cartas. De eso escribo mucho. Escribo una todas las noches, aunque normalmente nunca llegan al destinatario. Al menos no técnicamente. Esto es, sobretodo, porque el destinatario es solo un producto de mi imaginación.

A algunos les puede sonar absurdo, pero desde que recibí mi primer diario, he escrito siempre en forma de carta. En un principio eran cartas a mi misma, después se convirtieron en cartas a un personaje que me inventé (ya no recuerdo cómo ni por qué). El caso es que sigo escribiéndole todas las noches (o al menos todas las que me acuerdo o tengo ganas) y, he de reconocerlo, me gusta. Me hace sentir bien al asegurarme de que no olvidaré cosas buenas (para cuando esté triste) ni las malas, para no volver a cometer el mismo error. Creo firmemente que los recuerdos son algo importante para seguir adelante, aunque a veces la única forma de seguir sea dejando atrás algunos recuerdos.

También escribo cartas a amigos (o lo hacía) y a ese chico que tanto quiero, aunque la mitad o más de las que le escribo acaban en la papelera y/o una planta de reciclaje. Y casi siempre hablo de sentimientos, aparte de comentarles las nuevas noticias,claro está. Me gusta que los demás sepan lo que siento hacia ellos, y saber qué sienten por mí.

Por otra parte, también escribo cuentos cortos y no tan cortos, aunque no con tanta profusión como las cartas, porque a mí lo que realmente me gusta es el contacto humano. Creo que ese fue uno de los motivos por los que empecé este blog.

Habría algo que me gustaría de verdad. Y es que la gente me enviara mails, que para algo dejé una dirección de e-mail a la que se puede acceder desde mi perfil. Quiero escribir cartas, y sobretodo, recibirlas.

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