Si alguien mirara ahora mismo mi mesa pensaría que el orden no es lo mío. Todo porque he decidido echar por tierra todos mis dolorosos recuerdos alrededor de los dardos, a lo que solía jugar hace ya años. El resultado es que he buscado (y encontrado) mis viejos dardos de 16 gramos con amortiguador y talle largo (en realidad eran de mi padre...) y por supuesto, las dos tazas donde guardaba las veletas. Así a simple vista hay una clara distinción entre rápidas (aerodinamicas, finas, afiladas) y lentas (anchas y más bien cortas). Con un poco de suerte lograré juntar todos los trios, y hacerme con un buen material que me sirva para divertirme en los bares por las noches. Mientras tanto, están todas desparramadas por la mesa, creando una sensación de caos respetable. Y creo que con esto, quiero decir que el pasado es el pasado, y no vamos a dejar de hacer las cosas que nos gustan por un mal recuerdo. :D
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