Y de repente, paf, un día se hace la luz, recuerdas de improviso donde o cuando has escuchado antes esa canción, y tu cuerpo, obedeciendo a un impulso instintivo más rápido que tu mente, se dirige a velocidades de F1 al ordenador más cercano, normalmente el de tu casa o instituto, y se lanza a la búsqueda en Google de cualquier cosa que recuerdes al respecto.
Por fin, en una especie de orgasmo mental, las notas que tanto han resonado en tu mente suenan de nuevo en tus oídos, y crees que no puede haber disfrute mayor.
Para mi fue así de agradable e importante encontrar esta canción, que me ha costado años, y que me ha acompañado de alguna forma desde que salió en aquel anuncio de Peugeot 206 (creo que era ese). He jugado tarareándola, he llorado con su estribillo en mis oídos, y, evidentemente, me he despertado cantándola. Ahora, pues quería compartirla con todo aquel que se dé un paseo por aquí. Quizá (seguramente) no sea la mejor canción de la historia, pero me gusta, y con eso basta.
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